fbpx

Los 5 pasos para dominar la presión y los nervios en tu audición.

Después de tantos años estudiando un pasaje de cuatro compases: una emisión, un portamento o una articulación determinada, resulta que, con la tensión y los nervios del momento, no somos capaces de ejecutarlo de manera óptima. Como quien pasa años lanzando millones de dardos en casa y es capaz de poner en la diana prácticamente todos pero el día de la audición, ese en que tan solo tiene un dardo para lanzar, nunca es capaz de acertar, ¿Cómo  puedes superar esto?

De antemano hay que reconocer que jamás estarás igual de cómodo solo que delante de otra persona, y menos bajo estrés. Sin embargo, la buena noticia es que al resto de personas le sucede, en mayor o menor grado, exactamente lo mismo.

Pero, ¿es posible recrear esa tensión y dominarla cada vez más y mejor? ¿Podrías llegar a “acostumbrarte´´ a ella?  Sí, y aquí te comparto 5 claves que yo mismo he utilizado para tal fin a lo largo de mi carrera.

1 – Toca delante de una grabadora.

Como si fueses a enviárselo a alguien y no tuvieses una segunda oportunidad. Así conseguirás  que, mientras estás solo en casa, desde la primera nota hasta la última  que toques, ese momento pase de ser de una interpretación relajada a convertirse en algo único e irrepetible que quedará registrado.

Además, de vez en cuando, escucha esa grabación. Aplícate el criterio que tendrías cuando escuchas a otro. Marca el tempo de manera interna y observa si coincide con el del solo de Beethoven o la exposición del Mozart, o lo que estés estudiando, especialmente cuando hay que contar silencios o mantener el tempo en algún pasaje de figuración estable o uniforme.

No te escuches ni siempre ni a diario. Si te pasas, te va a restar mucho más de lo que te va a aportar, sobre todo a nivel mental. Cuando no se alcanzan los resultados que deseas la desesperación y la extenuación pasan una gran factura.

2 – Toca delante de cualquiera, en cualquier situación o circunstancia.

Da igual el conocimiento musical que tenga ese oyente. Tampoco importa si ese día has calentado o no, que el clarinete o la caña se encuentren en la mejor o peor situación, la acústica o la humedad del sitio, que ya hayas estudiado 5 horas ese día y te encuentres agotado o que todavía no hayas cogido el instrumento. Toca y punto. El/los pasajes u obras que quieras dominar de principio a fin.

3 – Toca varias veces seguidas la misma pieza o pasaje.

No pares a descansar, ni poco ni mucho, como si se tratase de una pieza Si es un pasaje corto, tócalo cinco o seis veces seguidas. Si dura cuatro o cinco minutos, como la exposición del Mozart, tócalo dos o tres veces. Sin miedo. Finalizas la pieza o solo, respiras en tempo y otra vez desde el principio. Acostúmbrate a tocar incómodo, con fatiga, con cansancio acumulado y con hiperventilación.

Nota: no abuses de este ejercicio, no lo practiques a diario ni demasiadas veces en el mismo día, aunque sí de vez en cuando. Busca alternativas para fatigarte y/o estar tenso y, entonces, toca. El objetivo es evitar tocar cómodo, relajado o con las pulsaciones bajas.

4 – Exagera hasta lo absurdo.

Toca para otro, haz muchos simulacros de audiciones y, cuando lo hagas que los requisitos para el solo o la pieza de turno sobrepasen lo necesario de manera intencionada: tempos, dinámicas, articulaciones, carácter, etc.

Incluso que te den indicaciones sobre eses solo para responder al momento. Cuanto más flexible puedas ser, más adaptabilidad tendrás en orquesta y mejore intérprete serás.

5 – Estudia para el subconsciente.

Cuanta mayor sea la tensión o estrés del momento, más tendencia tendremos a utilizar recursos o habilidades de manera inconsciente, sin ni siquiera darnos cuenta de lo que estamos haciendo o por qué, con apenas capacidad de reacción.

Si estudias de forma consciente durante un periodo de tiempo adecuado, sin prisa ni estrés, la articulación, la posición de la lengua, la digitación, la presión de los labios en la embocadura o el tempo de un pasaje conseguirán ser mucho más estables, sólidos y adecuados, y formarán parte de tu lenguaje y tu personalidad, pudiendo utilizarlos y exhibirlos con cada vez menos problemas bajo situaciones de presión, donde no hay margen de error ni segundas oportunidades.

Al final todo se reduce a poder lanzar nuestro dardo con la misma soltura, solidez y frescura que lo hacemos cuando nadie nos ve, sin que te afecte la pesada carga mental de que, mientras en casa hemos puesto en la diana un millón de dardos, hoy puede que fallemos con el único que vamos a tener.

Por Carlos Gay Fernández

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Abrir el chat